Hace unos cuantos días, Cristinita salió a la calle (hasta ahí algo normal) cerró la puerta y esperó. El ambiente le decía que algo había cambiado, y no porque dejara su mesa de trabajo, junto con sus preciados libros, sino porque un olor curioso le invadió su esquisito olfato. Miro a ambos lados, observó al cielo y luego se percató, ¡¡allí estaba el origen del misterio!No es que oliese mal el ambiente si no que su olfato CSI había descubierto la prueba del delito!!Alguién había dejado abandonado un macarrón en la puerta de su casa!!!
"Pero, ¡¡qué desconsiderado!!", pensó ella. Mientras, la vecina cotilla del 2º la divisaba desde su mirilla de la puerta, como un detector de personas se tratase.
Así que, sin comerlo ni beberlo el macarrón fue adoptado, vivió una vida de placer, tranquilidad y paz; hasta que sin querer fue a visitar a unos fideos que vivían en el bote azul, su vida pasó por delante de sus ojos y descubrió lo relajante y espachurrado que se sentía al visitar un spa.
Ese día, Cristinita ya no lo volvió a ver más, aunque lo recordaría cada vez que hacía su maravilloso fideguá.
"Pero, ¡¡qué desconsiderado!!", pensó ella. Mientras, la vecina cotilla del 2º la divisaba desde su mirilla de la puerta, como un detector de personas se tratase.
Así que, sin comerlo ni beberlo el macarrón fue adoptado, vivió una vida de placer, tranquilidad y paz; hasta que sin querer fue a visitar a unos fideos que vivían en el bote azul, su vida pasó por delante de sus ojos y descubrió lo relajante y espachurrado que se sentía al visitar un spa.
Ese día, Cristinita ya no lo volvió a ver más, aunque lo recordaría cada vez que hacía su maravilloso fideguá.
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