Cuando mi bicho favorito, mi perro, se fue, mi Santa Madre (sí, sí, en mayúsculas) se negó en redondo con un NO rotundo, a la idea de tener otro animalillo de 4 patas en casa.
Y es que las madres cuando tienen ese NO en su mente... Lo tenemos crudo o casi nulo.
En mi caso, mi carita de no haber roto un plato y tozudez, hicieron mella en el frágil y helado corazón de mi madre. Bueno, vale, un poco de psicología, ayuda y dar la lata. En fin, después de su “día tonto", pudimos traerle a un amiguito más.
Consecuencia: salida matinal a primera hora de la mañana para que haga sus necesidades ( puesto que 5500metros cuadrados de hierba no es suficiente para que lo haga ahí); control de pequeñas fugas del hogar familiar (aún le cuesta asimilar los límites de sus nuevas propiedades); locuras transitorias ( que hacen que esté ladrando todo el día a cualquier objeto no identificado por él); intentar no llamarle como a un chico ( es una chica) y, fundamentalmente, aprender a tratarlo como a un perro (no como una personita más que es más cuca) jiji.
Conclusión: se nos cae la baba con esta nueva amiguita de cuatro patas.
0 comentarios :
Publicar un comentario